Mi hogar siempre ha sido Lythont. Hace años que no salgo de la isla a ningún sitio. Esto es realmente monótono, pues todos los días son completamente iguales.
Estoy triste por mi hermana. Ella nació en el mismo lugar que yo, en nuestra querida ciudad polaca, pero desde el accidente de papá y mamá jamás a vuelto a salir de aquí. Yo al menos pude volver un año, para visitar a mi abuela, la pobrecilla se estaba muriendo.
Mi vida es un completo drama. Hay veces en las que maldigo la hora en la que nací. Sin embargo hay otras en las que agradezco que siga viva. Todo es muy contradicctorio, así es la vida, un remolino de dudas y especulaciones infinito.
Aún conservo mi violín, el que me regaló mi madre una tarde en la que nos fuimos de picnic. Aprendí a tocarlo enseguida, parecía que aquellas melodías que tocaba con el violín desprendieran magia.
Mi hermana también conserava algo de ellos: Su osito Minn. No hay día en el que no la vea sin el, son inseparables.
Agradezco de veras que mi tía nos esté dando hogar aquí, pero espero que algún día, cuando termina mis estudios y surga la ocasión, me marche de aquí finalmente.
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